miércoles, 2 de septiembre de 2020

¡Agárrenmeeeee!

En Meoqui hice buenos amigos, entrañables y presentes siempre en mis recuerdos, cada vez menos nutridos, pero no menos sinceros. Frente a casa vivía Polo, a dos casas, Luis Alonso Villa, mejor conocido como Mono, y unos metros más hacia el contraflujo del tráfico de la calle Meoqui, vive aún Cuco (José Refugio Muñiz), y todavía más allá, Alfredo López Rentería, con el que años después descubrimos parentesco, que ahora no tengo muy claro de quién era hijo o sobrino, pero familia finalmente.

Por medio de Polo conocí a Miguel Gómez Jurado y a su hermano José Luis, Pepino para los cuates, con quienes de inmediato hice buenas migas, más con el segundo, pues Miguel era un poco mayor, medio locochón, pero buena gente, pero por cuestión de edades, fue con Pepino con quien la amistad se asentó.

Ambos me llevaron en su camioneta a su casa. Recuerdo que me presentaron con su mamá (¿doña Lupita?) y su papá, Miguel, sus hermanos entre los que recuerdo Jorge y Pupis, y otra hermana de la que no tengo presente su nombre.

Todos ellos me recibieron muy bien. No sé cómo estuvo pero la mamá de Pepino ya sabía que yo tocaba el piano, así que de inmediato se formó el club de admiradoras, presidido por Pupis y su hermana, que le insistían a Miguel o a Pepino que me bajaran del carro para que yo tocara. Ellos, como buenos hermanos mayores decían que no, que no molestaran, que se fueran, pero ellas insistían hasta que recurrían a su mamá, quien ordenaba: Pepino, baja a Mario para que toque el piano, y ya le tocaba a Mario interpretar Fascinación, Los Sonidos del Silencio y alguna otra rola que me saliera más menos.

La familia de Pepino tenía una granja, allá por las vías del ferrocarril, atrás de la Coca, y a Pepino lo mandaban frecuentemente a llevar concentrado para los cerdos. En esas ocasiones su mamá le decía que me invitara, así que me hice su asiduo acompañante a los mandados que le tocaba desempeñar, al grado que José Luis le tomó la medida, y para que le prestaran el carro, digamos, si lo mandaban a Delicias en camión a llevar algo al sastre, le argumentaba que me quería invitar para que lo acompañara, y asunto arreglado, le daban vehículo.

Un día José Luis y yo, y otras dos personas que no recuerdo con exactitud, pero debieron ser Polo y Cuco, fuimos a bañarnos a Los Pocitos, una instalación en la mitad de la nada, en un camino rural, junto a campos sembrados.

Debo describir el lugar, para que se entienda el relato y el grito que le da título. A un lado del camino había una acequia o canal de riego de concreto, más o menos parecido al de la primera foto: no muy hondo, con paredes en ángulo de 75 grados y una buena corriente de agua. Diez metros más hacia el terreno de labor había una instalación de un pozo extractor de agua del subsuelo, con una bomba que hacía un ruido infernal, que por medio de un tubo de doce pulgadas echaba el agua en una pileta de concreto, cuadrada, como de un metro por lado y uno setenta de hondo, y de ahí el agua pasaba a otra pileta similar, en la que mis amigos se metieron a bañar. De esta segunda pileta salía una acequia de tierra, paralela a la primera, chiquita de tamaño, de manera que yo muy fácilmente estuve sentado sobre el agua y podía sumergirme para quitarme el calor (foto 2).




Pero también de esta segunda pileta salía un canal de concreto muy pequeño, más bien una especie de tobogán, perpendicular a ambas acequias, que llevaba el agua desde ambas piletas hasta el primer canal de manera constante (foto 3), y que fue aprovechado desde el inicio por mis amigos para lanzarse como si fuera parque de diversiones.



A mi me pasaron del vehículo a toda esta instalación cruzando el primer canal por un poste que estaba atravesado. Habíamos llevado, carne, carbón, un asador, cerveza y papas. Comimos muy rico y nos echamos unos tragos de cerveza.

Al final, Pepino propuso que me aventara por el tobogán, que él me esperaría en la primera acequia, y que mis otros dos amigos me iban a poner en el tobogán, que incluso uno de ellos se sentaría conmigo para no soltarme y hacer el recorrido en tándem. Yo lo pensé y después de algunas objeciones operativas, entre ellas que no sabía nadar, accedí, pues en todo caso, Pepino iba a estar muy alerta para cacharme cuando llegara al canal.

Todo salió mal. La corriente en el tobogán era tan fuerte que no hubo manera de sentarnos como el tándem deseado y quien me sostenía, poco a poco me iba soltando porque me resbalaba por el agua, y me dijo que me iba a soltar, pero que él me seguiría de inmediato para ayudarme.

“¡Agárrenmeeeee!”, fue el grito que se oyó más allá del espantoso ruido de la bomba de agua. Recuerdo ir acostado viendo hacia el cielo azul y asustado esperar sumergirme en el agua. Bueno, en realidad, en mi cálculo no estaba sumergirme, sino caer en los brazos de Pepino, quien heroicamente impediría mi ahogamiento. Pero no. Me sumergí dos veces antes de que me abrazaran y yo tragando agua, diera las gracias a mis cuates.

Y así como ellos salvaron mi vida de los riesgos en los que más de una vez me metí, la vida me dio la oportunidad de volver a Meoqui en diciembre de 2008, y saludar a algunos de mis amigos mencionados, pero especialmente a Pepino y a Miguel, sus padres y hermanos, quienes nos honraron (a mi esposa, mi hija y a mí), al invitarnos a una cena familiar en la que al bendecir la comida, don Miguel nos dio una hermosa bienvenida que me conmovió realmente, porque me hizo recordar mi adolescencia, cuando, siempre bien recibido por esa familia, se acercaba Pupis a saludarme y me pedía que pasara a tocar el piano, como si fuera uno de ellos.




  

sábado, 29 de agosto de 2020

En memoria del profesor Navarrete

 Si yo tenía quince años en la secundaria, ahora calculo que el profe Navarrete debía tener entre treinta y cinco y cuarenta cuando lo conocí. Mi primera impresión fue de que era muy simpático y amable, pero yo en ese momento lo atribuí a que me estaba recibiendo como alumno, un alumno “especial”, dirían las mamás de hoy.

Bueno, en realidad ahora puedo imaginarme que mis padres, principalmente mi mamá debió llenarlo de recomendaciones para que no sufriera un accidente y me lesionara, pero por fortuna, tanto él como los demás docentes no hicieron distinción al interactuar conmigo, con excepción de las obvias, como brindarme ayuda para levantarme o sentarme o ir al baño, que allá le llaman “servicio”. 

En fin, aquí van tres anécdotas que involucran al añorado profe Navarrete. Aclaro que la primera me la pidió él personalmente, por teléfono, en una sorpresiva llamada que me dejó de a seis, y es, más bien, un homenaje a todos los maestros y compañeros de escuela, que no me dejaron sentirme distinto y, por el contrario, bien integrado.

1. Durante la primaria, la clase de educación física la viví desde la butaca de mi salón. A veces salía a ver a mis compañeros saltar, correr y creo que jugar voli, pero más como actividad que como deporte. En la secundaria, por el contrario, el profe Garay me trató, desde el primer día, como a cualquier alumno: Me asignó un lugar junto a la cancha de básquet y me dio unas hojas y un lápiz, y me dijo que yo iba a llevar el marcador. 

El problema es que yo no conocía el básquet así que no tenía ni idea de cuánto contaban las canastas, ni como se anotaban y mucho menos que debía anotar las faltas. Así que de pronto comenzaron a jugar y a encestar y me gritaba "¡dos puntos!" o "¡falta!", y me señalaba a un jugador, del que tampoco me sabía el nombre. Entonces empecé a anotar con arábigos "2" para equipo correspondiente, pero en eso uno de mis compañeros, no recuerdo quien, me enseñó cómo se debían anotar los puntos y las faltas.

Terminó el semestre y con ello el torneo de básquet, e inició el de voli, y con ello se reiniciaron mis dolores de cabeza porque tampoco sabía cómo se anotaban los tantos, aunque debo decir que fue una experiencia menos traumática porque ya tenía amigos y ya conocía a todos por nombre así que parte del problema ya estaba resuelto.

La parte más importante fue al final del curso: se premió a los campeones de los torneos masculino y femenino de ambos deportes, y a mí me dieron una medalla por mi participación. Eso se llama inclusión y significa que no pude estar en mejor secundaria o con mejores maestros ¿Que no?

2. Aquél año el presidente municipal de Meoqui era el señor Rodolfo Miranda, si la memoria no me traiciona. El profe Navarrete me alentó a solicitar y realizar una entrevista con el primer edil, quien de inmediato aceptó. 

El profe, como buen político, hizo un equipo en el que además del abajofirmante, colaboraban dos o tres alumnos más, mujeres, para mayores señas, pero no recuerdo sus nombres. Nos citaron en el Palacio Municipal y nos hicieron pasar a la sala de juntas donde hicimos preguntas seguramente trascendentales, pero de las que no recuerdo nada. De hecho, aunque estoy seguro que se publicó la entrevista, la verdad no sé en donde. 

3. Un día entré en la pequeña oficina que pomposamente llamábamos Dirección. Me imagino que iba a hablar con él, pero como estaba entretenido hablando por teléfono, me quedé a un lado, de pie, a unos centímetros de él, esperando.

Ví sobre el escritorio una bala deportiva, es decir, la que se lanza desde el hombro en el atletismo. La quise tomar y levantarla y no la aguanté, así que solamente rodó un poco sobre la superficie. Se me ocurrió entonces que podía rodarla hasta la orilla del escritorio y así tomarla con las dos manos y levantarla, pues ya quedó establecido que no podía con una.

El profe Navarrete continuaba hablando por el aparato y comenzó a ver cómo yo hacía rodar la bala, según yo con mucho cuidado, hasta la orilla para conseguir mi objetivo. Cuando llegó a la orilla, ¡zas!, la bola se escapó a mis dedos y se proyectó al suelo, justo en el lugar donde él tenía un pie, que alcanzó a quitar. 

Levanté la vista y mis ojos se encontraron con su mirada café claro, que proyectaba, sentí yo, una sentencia de muerte, mientras seguía hablando por teléfono.

Yo, más sabio que hábil, puse pies en polvorosa.

PILÓN.- En diciembre de 2008 fui a Meoqui. Con mis grandes amigos Óscar Arenívar y Ana Juana Gómez, fuimos a ver al queridísimo Lázaro García, que de inmediato fue a buscar al profe Navarrete, que era su vecino. Fueron varios minutos de agradable charla, recuerdos y estas fotos que conservo son testigos de esa linda velada.




lunes, 9 de marzo de 2020

Ray, a quien siempre conocí como Leslie, en tres tiempos.

Primer tiempo.
Tendría yo 6 o 7 años cuando conocí a mi primo Leslie. Lo recuerdo bebé, en brazos de mi tía Alfa y mostrado orgulloso por su papá, Ray, de quien mis padres bromeaban que era tanto lo que mi tía lo quería, que le llamaba “rey”. 
Por mi parte, yo, niño al fin, impresionado por la rubicundez de mi primo, no cesaba de contarles a mis amigos, presumido, que “tenía un primo gringo”. Lacho, mi hermano, como buen hermano mayor apuntaba que Leslie, cuando hablara podría decir que tenía un primo indio.

Segundo tiempo.
Ya adolescente, volví a ver a Leslie, quien ahora se hacía acompañar de una preciosa niña llamada Julie. Estaría yo de 15 o 16 años, cuando mis primos Leslie y Julie llegaron de visita a Meoqui, Chihuahua. Leslie contaría ya con unos 12 años y era un preadolescente con un carácter en formación, creo yo. Nos llevamos bien, jugamos y sentí de su parte un cariño sincero, a pesar de que realmente, me conocía por primera vez. Se sintió fascinado del lugar en donde vivíamos, una localidad rural en la que, por fortuna, un amigo mío, nos permitió ir a su granja, en la que si no me equivoco, Leslie montó un caballo. Dice Julie que ambos quedaron sorprendidos al ver que yo podía armar el cubo de Rubik, en alrededor de 7 minutos, aunque Julie, que tendría unos 8 años, dice que lo lograba en un minuto.

Tercer tiempo.
En 1986 murió mi abuela Julia y yo volví a ver a Leslie. Ya era casi un hombre: bajito, cuadrado y muy atento y servicial, centrado en las necesidades de los demás. Recuerdo que en las vueltas para hacer los arreglos del funeral y el sepelio, en una de esas se acercó y me levantó para llevarme al auto. Me impresionó su fuerza y el cuidado con que lo hizo. No recuerdo en especial alguna conversación, pero sí que hablamos bastante, sobre todo en las esperas del hospital.

Extra.
Durante varios años tuve noticias fragmentadas, a veces de Julie, a veces de Alfa, a veces del resto de la familia angelina, y supe de sus problemas. Un día, tal vez por el 2009, le pedí a Julie su dirección para escribirle, a Oklahoma. Me contestó y le mandó a mi hija Cosette un par de hermosos dibujos que atesora, incluso enmarcados. Cuando regresó a Los Ángeles hablamos por teléfono un par de ocasiones y le sugerí que viniera a México. Su situación no lo permitía, pero se le notaba contento con la posibilidad. 
Me habría gustado verlo de nuevo. Cosette lo dijo con más profundidad y sentimiento: No lo pude conocer.

domingo, 21 de enero de 2018

El Privilegio de Manipular (elecciones)

No es descabellada la idea de que los rusos pueden intervenir en las elecciones del 2018, pues si es generalmente aceptado de que en la campaña Trump se han encontrado evidencias de intervención rusa, no sería raro que en México también suceda, pues el ánimo de Putin de posicionarse geopolíticamente es más que evidente. Faltaría por acreditar si el destinatario de ese apoyo sería AMLO y qué le puede aportar al balance de las superpotencias, que ya de ninguna manera puede considerarse un duelo entre Estados Unidos y Rusia, porque China hace años que levantó la mano y Alemania no se queda atrás. Pero no nos hagamos tontos: históricamente el PRI y recientemente el PAN, han sido la garantía de que las cosas en el país sigan como están, bajo control y con la estabilidad que requiere nuestro vecino del norte. Si a alguien le interesa que no gane AMLO es a Estados Unidos, quien por cercanía y conocimiento de los bajos fondos de la política mexicana, tiene más garantía de éxito en una intervención extranjera que cualquier otro.

Lo que sí es absolutamente ridículo es ese ánimo de ligar a AMLO con Rusia, Venezuela, Chávez y Maduro, y afirmar que gracias a los rusos se instaurará en México el comunismo o el socialismo, pues los rusos hace mucho que abandonaron ese camino y lo que sucede en Venezuela dista mucho de serlo, pese a las estridencias de Maduro, que no es sino un clown que está al mando de un circo, con las consecuencias ya conocidas.


Por otro lado, esos que se rasgan las vestiduras en defensa de la expresión democrática en las urnas, ni por asomo critican o cuestionan la injerencia de la televisión abierta y las redes sociales en lo que ellos definen como el punto más importante del proceso electoral, que es el momento de votar. Nada dicen de todo lo que está previamente calculado para influir en el voto; nada sobre dinero del presupuesto desviado; tarjetas bancarias a cambio del voto; condicionamiento de programas sociales; bulos cibernéticos con páginas apócrifas; hackeos a medios de comunicación independientes o la intervención de la televisión abierta, entre otros.


Sobre esto es menester precisar que pese a la infinidad de medios existentes para informarse, la gran mayoría de la población depende de los noticieros de Televisa, Tv Azteca y, ahora, Imagen. ¿Por qué? Bueno, el sector de  la población que vota y hace ganar o perder elecciones, es el de bajos ingresos, más de la mitad de la población, pues. Ellos no leen sino los diarios light que les resuelve una necesidad inmediata, si la tienen (búsqueda de empleo o los resultados deportivos); a las redes sociales no todos las ocupan para informarse sino para chatear o compartir archivos, pero recuerden que no todos tienen internet fijo y dependen del crédito que le ingresan a su celular para el acceso al internet de datos. Esto significa que si bien hay una clase media ilustrada que lee Animal Político, Vice, Aristegui y otros, la gran mayoría de la población tiene como único o principal medio de información la televisión abierta, y es hasta curioso, pero es muy común que gente que tiene televisión restringida, a la hora del noticiero le cambia al canal dos. ¿Cuántos se han enterado de los detalles de la Estafa Maestra, el Caso Chihuahua y otros temas tan importantes?

Y es aquí en donde está la manipulación a todas esas personas que no leen, que no conocen otras fuentes de información, que no tienen acceso a un periodismo de análisis y crítico, y para muestra, nada como el Privilegio de Mandar, la comedia o drama, no sé como llamarle, que manipuló a la población en anteriores elecciones. Con sinceridad ya no recuerdo con exactitud, pero creo que en la anterior elección ese programa fue tan abiertamente anti AMLO que fue motivo de discusión en el IFE, que ahora rebautizado como INE, no ha dicho está boca es mía. Escudada en la libertad de expresión, la televisora de San Ángel defendió su derecho a presentarla, en horario triple A y con el sesgo que le dio en gana, como otros medios tienen derecho de hacer lo propio, argumentaron. Si, claro, solo que ni Sin Embargo o Aristegui tienen el poderío mediático de Azcárraga. Ahora que si de verdad defienden la libertad de expresión, ¿por qué no transmiten todos los días el noticiero de Carmen Aristegui?

jueves, 15 de diciembre de 2016

Noticias falsas, las teorías conspiracionistas y el amor del mexicano por el click.



Los mexicanos no le creemos ni la hora al gobierno y sus representantes, y como ahora está de moda entre la gente "informada" no creerle nada a los medios tradicionales (televisión, radio, prensa), estamos nadando en las noticias que se divulgan en las redes sociales, especialmente Facebook.

Antes, hace 20 o 30 años, las conversaciones serias acerca de los hechos noticiosos comenzaban con un ¿viste anoche a Jacobo (López Dóriga, Alatorre, el nombre es lo de menos)? Todavía años más atrás, Excélsior, El Heraldo o cualquier otro eran la referencia obligada.

Hoy la fuente es facebook. Niños eviscerados en Guerrero; la muerte de Salinas de Gortari en un hospital militar; prisión a madres que amamanten a sus hijos en vía pública; expresidentes sin pensión; López Obrador borracho en Guanajuato; la cura contra el cáncer y un largo y preocupante etcétera.

Dicen algunos estudiosos de las elecciones en Estados Unidos que Trump ganó la presidencia gracias al segmento blanco, poco ilustrado, rural de su país, y para sorpresa de Mark Zuckerberg, Facebook fue el vehículo perfecto para diseminar la de por sí campaña estridente del bufón pelirrojo a través del gran negocio de las noticias falsas. Los trumpseguidores encontraron en esa red social el caldo de cultivo ad hoc para sus delirios compartidos.

Con las redes sociales le hemos dado al idiota del al lado un micrófono y bocinas para que cualquiera lo escuche, cosa que en principio no está mal, pero el problema es que hay más idiotas que lo escuchan y lo difunden más y llega el momento que la voz del primer idiota llegó a todo el mundo, que, crédulo como son las masas ante lo que quieren escuchar, lo toman como cierto.

Así sucedió con el llamado pizzagate en Estados Unidos. Alguien difundió que en una pizzería de Washington, creo, hacían fiestas de pizza para niños, pero que en realidad todo era una pantalla para una organización de trata de menores, liderada por ¡Hillary Clinton! y otros jerarcas demócratas, que funcionaba en la parte trasera del establecimiento. La noticia se esparció rápidamente y no faltó el que, armado con credulidad, buenas intenciones y pistolas y/o rifles, se acercó a la pizzería del reportaje y la balaceó. Cuando la policía lo detuvo y lo enteró de que orillado por una noticia falsa atacó a gente inocente, el daño ya estaba hecho.

Y así, hubo muchas más noticias falsas difundidas a través de facebook que ayudaron a Trump a ganar, dicen los estudiosos a los que me referí, como una que recuerdo especialmente porque traía foto y todo, que decía algo así como que el Papa Francisco le daba su respaldo al presidente favorito de Saturday Night Live.

Todo este rollo viene a colación por una (de tantas) noticias falsas que abundan en la red social: un operativo del ejército y la policía descubrió un camión lleno de niños muertos en el “país de Acapulco”, a quienes habían extraído los órganos. El link te manda a una página que se llama telodijeyo.com, que está plagada de publicidad para otras páginas igual de fraudulentas, pero con mensajes llamativos del tipo de cómo hacerse millonario por internet en quince minutos.

Estas “noticias” comparten las siguientes características:

  • ·   El sitio web que las hospeda es del tipo mencionado y otros engañosos como fuerzainformativa.com, argumentopolitico.com, lindito.com, nolosabia.com.
  • ·   Abundan fotos, las más de las veces truqueadas.
  • ·   Textos mal redactados (de esos que matan porque no tienen comas o puntos) y encabezados amarillistas.
  • ·    Tienen mucha publicidad.
  • ·     Historias escandalosas.

En México tenemos fascinación por llevarle la contra al gobierno y nos satisface enormemente sabernos conocedores de cosas que los demás no saben, y por eso estas noticias falsas tienen tanto pegue. Si a esto le añadimos la ignorancia general que abunda en el uso de las redes sociales, tenemos el coctel perfecto para que en las elecciones de 2018 se usen para denostar a los candidatos que no sean del agrado del establishment, pues es el Estado quien tiene los recursos económicos para pagar millones a los boots, como ya sucede con los portales independientes de noticias, los que por cierto no son parte de la dieta digital del poco educado usuario de las redes sociales mexicanos, que si acaso lee el encabezado, pero no analiza ni contextualiza lo que tiene frente a sus ojos. 

El clímax de estas noticias es el que protagoniza un tipo que sube un video a propósito del tema de los niños muertos en Guerrero, y exige a Peña Nieto fusilar a los responsables de esa alegada barbarie. De pronto no supe qué pensar. Siempre elucubré cómo serían las personas que suben mentiras falsas a la red y los que las creen, y ahora que lo vi y escuché hablar, me quedé perplejo. ¿A qué grupo pertenece este tipo? ¿A los estúpidos que por hacer dinero inventan estupideces o a los estúpidos que se lo creen? En ninguno de los dos casos el protagonista del video queda bien parado.

Mención especial tienen páginas de facebook que están a nombre de Carmen Aristegui y Damián Alcázar, que desde luego no están manejadas por ellos, y sueltan cada bulo que si no fuera que porque hay gente que se los cree y hasta mensajes privados le mandan, llamarían a risa. Estos portales, como el de Argumento Político no se diferencian en nada al de telodijeyo.com, y desprestigian a los aparentes dueños de las cuentas, y ponen en entredicho la efectividad de las redes sociales como vehículos de información.

¿Qué podemos hacer? Reportar esas publicaciones a facebook para que las bloquee o las borre, pero sobre todo, no compartirlas ni ponerles me gusta, me disgusta o cualquier otra, porque el algoritmo de Facebook las reproduce automáticamente, y sale junto con pegado.



miércoles, 12 de octubre de 2016

Gonzalo Vega en Acapulco



Durante muchos años Gonzalo Vega recorrió los rincones de la república con su recordada puesta en escena de “La Señora Presidenta”. En uno de esos años sucedió que cuando vino a Acapulco, fue asaltado durante un recorrido que hacía en el Fuerte de San Diego (debió ser en el año 1998, pues aprovechaba las coyunturas electorales para atraer más público a su espectáculo, pues deslizaba críticas a los candidatos del momento).
Recuerdo haber leído la nota en el periódico y haberla comentado con mi querido amigo Pablo, mejor conocido en los bajos mundos de los juzgados penales como El Abuelo, por su profusa cabellera canosa, pero la noticia no tuvo mayor trascendencia para mí, hasta que unos días después llegó a mi juzgado y a mi secretaría, el detenido con la averiguación previa que, como sucede algunas veces, la Procuraduría se apresuró a resolver cuando se trata de asuntos de impacto mediático. El detenido aceptó haber sido quien robó a Gonzalo Vega un reloj, una cámara y no recuerdo qué más.
De inmediato la Procu mandó a traer al actor para que recuperara sus posesiones y de paso, pararse el cuello por una justicia pronta y expedita, por lo menos en ese caso.
Así que un día antes me dijo el Juez (¿quién sería el Juez? No me acuerdo), me previno que atendiera al personaje y levantara el acta respectiva.
Un par de horas antes del día señalado, llegó mi amiga Saray para decirme, palabras más, palabras menos, que quería un autógrafo del actor y que no me perdonaría que no lo pidiera para ella, y que ya había advertido al personal de su juzgado que ni se les ocurriera salir al baño o a tomar agua, pretexto suficiente para escaparse al Juzgado Quinto ---donde yo trabajaba---, para ver de cerca a la estrella.
Pero no fue así en los demás juzgados. Cuando llegó el actor, sencillamente vestido y acompañado de una mujer rubia a la que presentó como su novia, mi juzgado se llenó de mujeres, sobre todo, que, a distancia prudente, vieron la diligencia que no duró mucho y no era tan trascendente, pues solamente recogería sus cosas.
Gonzalo Vega resultó ser un tipo la mar de sencillo, simpático y agradable (decía que La Güera, refiriéndose a su novia, le pegaba sus “zapes” en la cabeza y que por eso no escuchaba bien). Platicamos unos minutos de cine y actores. Recuerdo que le pregunté acerca de su experiencia al haber trabajado con Fernando Soler en El Lugar sin Límites; de su película Lo que Importa es Vivir y me halagó cuando le dije que Luis Alcoriza fue en cierto modo discípulo de Luis Buñuel. “Se ve que sabe usted de cine”, me dijo, y yo le respondí que me gustaba el cine y que además leía mucho.
En determinado momento vio sobre mi escritorio un libro poesía de Mario Benedetti que compré en La Habana, y preguntó de quién era. “Mío”, le respondí, y me felicitó por leer poesía, sobre todo siendo Benedetti el autor; fue el momento oportuno para pedirle me lo autografiara. Amable como era, tomó una pluma y escribió una dedicatoria que ahora no recuerdo con exactitud, pero era algo así como “felicidades por la poesía que nos alimenta”.
En eso llegó a la secretaría de El Abuelo el perito Miguel Catalán Sánchez, quien además de haber sido mi maestro en la Universidad, es un buen amigo, quien iba a tomar unas fotografías de un expediente para un dictamen a rendir, así que aproveché para pedirle que nos tomara algunas fotos, y todos allí, como mis queridas amigas Elvia Edith, Lulú, Yolanda y demás compañeras, se fotografiaron con él.
Finalmente, se despidió de todos de mano, tomó sus cosas y se retiró, no sin antes pedirle el autógrafo para Saray, mi futura consuegra, no vaya a ser…
Todo estuvo muy bien, excepto que a la salida, apenas un par de horas después, todos los compañeros varones de los juzgados, comenzaron a decirme, “Mario, cabrón, estabas tan enamorado de Gonzalo Vega ¡que se te olvidó tomarle sus generales en el acta!; ¡Pinche Mario, te apendejaste por estar con él!” y esa clase de puyas.
Y sí. Se me olvidó. Por ese olvido tuve mis quince minutos. Pero conservo esta foto en la que se ve a Gonzalo Vega firmando el acta. A su lado, su acompañante; de pie, Elvia Edith y de las chicas de atrás, solo recuerdo a Érika. Sobre el escritorio el libro que me autografió y que ya no supe en dónde quedó unos tres años después, y mi brazo izquierdo con manga de camisa a cuadros.