domingo, 14 de febrero de 2010

México y Brasil

Hace unos días salió en la revista Expansión un artículo muy interesante acerca de las diferencias entre México y Brasil, y por qué, a pesar de que los cariocas están de moda, los mexicanos no tenemos mucho que envidiarles.
En síntesis el texto refiere que si bien Brasil tiene ventajas enormes en cuanto aspectos como la bursatilización, los mercados agrícolas y el petróleo, los autores sostienen que sus fundamentos (no entiendo por qué algunos dicen "los fundamentales") no son tan firmes como los de México, pues cuestiones que aquí ya están resueltas, allá todavía están en veremos (curiosamente pusieron de ejemplo que unos días antes de la investigación que dio origen al artículo, Río de Janeiro sufrió una espantosa inundación producto de las lluvias y la deficiente infraestructura, exactamente lo que sucedió en la zona metropolitana del Distrito Federal hace 10 días), y que instituciones como Bovespa, pese a tener listadas más empresas que la BMV, carece del entramado legal que esta última presume de proporcionar más seguridad a quienes participan en ella.
En principio me pareció interesante que este artículo pusiera las cosas en perspectiva, pues es innegable que los más nos vamos con la finta de que en Brasil, además de las brasileñas, todo es mejor, pero no deja de molestarme el diablito sobre el hombro con aquello tan sabido como que "México tiene las mejores leyes e instituciones, pero no funcionan".
Es decir, México tiene normas de primer mundo en la bolsa de valores, pero tiene la más baja tasa bursatiliación de América Latina; depende prácticamente de menos de 10 empresas para su existencia (América Móvil, FEMSA, Walmart, entre otras); es más fácil que las empresas se salgan de la bolsa a que una ingrese, etc.
Entonces, si nuestras instituciones financieras son más fuertes que las del gigante carioca ¿cuál será la fórmula para dejemos de ser el país del "ya merito"? Se reciben opiniones.

sábado, 13 de febrero de 2010

Las lluvias atípicas.

Las inundaciones en el Estado de México y en el Distrito Federal pusieron a prueba los sistemas de protección civil de ambas entidades, pero sobre todo pusieron en jaque a las dos más evidentes figuras políticas con miras a la elección presidencial del 2012.
Enrique Peña Nieto fue el que peor librado salió pues no solamente la inmundicia hizo mella en Chalco sino que abolló su generalmente bien posicionada figura en los medios, ya que prefirió viajar en un vehículo anfibio que emular a su predecesor el gobernador Montiel quien en un caso similar, materialmente se metió a nadar entre las aguas negras para acercarse a los afectados.
Marcelo Ebrard la tuvo un poco menos complicada aunque pagó el costo político de pedir a la Federación la intervención del Ejército con su Plan DN-III, cosa que no sucedía desde el terremoto de 1985. Aún así, su figura se fortaleció y la de Peña Nieto decayó, y eso que aún en estos días de emergencia en Chalco, ha seguido autopromocionando su boda con Angélica Rivera.

jueves, 4 de febrero de 2010

Comentario posteado en el blog del Secretario de Gobernación.

Recuerdo que algunos políticos e intelectuales, en cierto momento de la historia reciente, dijeron que así como los españoles se pusieron de acuerdo mediante el famoso Pacto de La Moncloa acerca de los pasos que debía seguir el gobierno y el Estado español a la muerte de Franco, era hora que en México se hiciera un pacto similar. En aquel momento me parece que seguía el PRI en Los Pinos, así que se supone que el principal destinatario era ese partido, pero ahora, a casi diez años de que otro partido llegó a la Presidencia, seguimos padeciendo de lo mismo: incapacidad patológica e incurable para acordar metas comunes porque a los partidos y el gobierno les interesa más meterle zancadilla al vecino y entorpecer la actividad gubernamental quemando pólvora en infiernitos. Usted me dio clases en un posgrado que hubo en Acapulco, y lo recuerdo como una persona directa, sin dobleces para decir lo que piensa. y me gustaría verlo impulsando esos acuerdos mínimos, y concretar los cambios que conlleven, para que México por fin sea dueño de su destino sin que los poderes fácticos condicionen su viabilidad. No importa que por haber llegado tarde a su clase me haya mandado por el café.

miércoles, 3 de febrero de 2010

Avatar

Recuerdo que era un niño cuando mi papá me llevó a ver un reestreno de Ben Hur, con Charlton Heston. La escena de la carrera de cuadrigas aún ahora me causa una honda impresión, pues sin computadoras y muchos efectos especiales, hicieron una representación muy realista de esa competencia entre Judá y Messala. La velocidad, los caballos y los choques entre los carruajes y las caídas de los conductores, asombran a cualquiera.
Por ello cuando James Cameron se regodeó de que Titanic había desbancado a Ben Hur como la máxima ganadora de premios de la Academia, me pareció que no tenía mucho chiste, pues una parte importante de la cinta estaba sustentada en los efectos especiales, además de que la historia no era sino Romeo y Julieta en un barco que naufragaba.
Ahora que vi Avatar no puedo sino reconocer la visión del cineasta norteamericano, pues además de ser una historia original, las imágenes llenas de colorido, las metáforas visuales y, claro, los efectos especiales, atrapan al espectador que no puede sino asombrarse con lo que sucede en la pantalla.
Lo malo es que, como sucede en este tipo de cintas, el desempeño de los actores simplemente pasa desapercibido.
http://www.youtube.com/watch?v=cRdxXPV9GNQ