lunes, 1 de marzo de 2010

Tsunami, Acapulco y el turismo.

El día de hoy el diario El Sur (www.suracapulco.com.mx) presentó dos notas que se complementan para dar una idea de la mezquindad, miopía e irresponsabilidad con que las personas vemos las situaciones diarias.

La primera nota recoge la crítica de los hoteleros de Acapulco y el sector gubernamental encargado de esta área, pues el sábado 27 de febrero, ante el terremoto sucedido en Chile en la madrugada de ese día, la cadena estadounidense CNN, entre otros servicios informativos, hizo pública la alerta que el NOAA (National Oceanic an Atmospheric Administration) lanzó a todos los países ribereños del Pacífico, pues esa noticia "alarmó y causó pánico" entre los turistas y lugareños por una "noticia mal dada", y que “por eso invitamos a estos medios de comunicación a dar noticias más veraces y no al tanteo”, afirmó uno de los empresarios consultados. Narra la nota que hubo gente que salió precipitadamente del puerto con rumbo a Chlpancingo e incluso en la edición del domingo señaló que a paseantes los desalojaron de las playas y restaurantes a sus orillas. Los empresarios turísticos se quejaron de que en la alerta noticiosa de CNN solamente se mencionaba a Acapulco y no a los demás puertos mexicanos, como considerando una conjura contra el otrora Paraíso de América para dañar su imagen turística.

En honor a la verdad, es lógico que una alerta como la lanzada por el NOAA y difundida por los servicios de noticias cause zozobra si no existe una adecuada comunicación entre los servicios de protección civil de los tres órdenes de gobierno, que fue lo que en realidad sucedió. Si había riesgo de maremoto o marejadas, correspondía a los gobiernos del Estado y el municipal darle su verdadero contexto de manera de que se salvaguardara la vida y el patrimonio de los pobladores costeros, tomando en cuenta las corrientes y características geográficas de los puertos, y eso fue lo que falló, pues como es sabido, sí hubo incremento en las mareas en alrededor de cincuenta centímetros en promedio, y si tomamos en cuenta que el fenómeno llegó hasta Japón con olas de un metro, es lógico llegar a la conclusión de que existió un eventual peligro (cuando sucedió el tsunami de Indonesia, las olas llegaron hasta la costa oriental de África).

La segunda nota pone en perspectiva todo esto: el despacho de DPA es de índole internacional y narra que en el Archipiélago Juan Fernández, que pertenece a Chile, hubo víctimas mortales por el maremoto que siguió al macrosismo porque a pesar de lo previsible de aquél y de que la población estaba a la expectativa del aviso, mismo que la Armada chilena no dio.

¿Acaso eso es lo que quieren los quejosos acapulqueños? ¿Una nota narrando un desastre que se pudo evitar o una que cuente cómo los servicios de emergencia trabajaron coordinados para evitar una, tal vez lejana, tragedia? ¿No se acuerdan del Huracán Paulina que nos agarró a todos en calzones?