Esta poesía le gustaba mucho a mi papá. Creo que es de Gregorio Torres Quintero y después de mucho buscarla, la encontré en una "versión de internet", es decir, sin puntuación cierta.
Era la aurora. El sol resplandecía
Rasgando los girones de la niebla
Y entre los rayos de la luz tendía
Surgen las torres de la heroica Puebla.
Escuchan ese redoble de tambores
El clarín rompe el aire con su acento
Los jardines suspenden sus olores
Y ni un pájaro cruza por el viento.
Se agitan con orgullo las banderas
Del campo se levanta un ronco grito
Se estremece el soldado en las trincheras
Se siente palpitar el infinito .
Algo grande y tremendo se prepara
Porque el cañón corona las alturas
Ya la opalina atmósfera se aclara
Y se tiñen de rojo las llanuras.
¡Ellos son, allá vienen!
¡Son los zuavos que deslizan su cuerpo entre las grietas
Avanzan sobre Puebla como bravos
Y brillan con el sol las bayonetas!
¡Qué momento de expectación, Dios mío!
¡Ahí la suerte de la Patria juega!
Se agita el corazón callado y frío
Porque el aliento de la muerte llega.
Y de repente la erizada cumbre del
Fuerte Guadalupe se ilumina
Brilló bramando la rojiza lumbre
Y estremeció sus flancos la colina.
El soldado francés, valiente y fiero
Por la falda subió con arrogancia
Lleva en su diestra el matador acero
Y en su pecho el recuerdo de la Francia.
Ocultó la humareda el panorama de
Aquella cruenta y gigantesca lucha
Y solo del cañón se ve la llama
Y solo el trueno retumbar se escucha.
¿Que sucede? ¿Habrá vencido el zuavo?
¿Habrá vencido el mexicano arrojo'
Huyó el francés irresistible y bravo
Dejando el campo ensangrentado y rojo.
Y al aclarar la niebla que arrebuja
A los fuertes cual capa mortuoria
La enseña mexicana se dibuja
Mecida por el viento de la gloria.
¡Saludo Patria! ¡Tu pujanza admiro!
Tu valor, tu nobleza y osadía
Tu cielo esplendoroso de zafiro
En donde brilla refulgente el día.
Con tus glorias mi pecho se avasalla
Y de placer mi corazón reboza
¡Mexicanos! ¡Que viva la batalla
En que triunfó el valiente Zaragoza!