martes, 4 de agosto de 2009

Guardería ABC

Este es un tema difícil. Pero también es indignante ser testigo de cómo desgraciadamente los poderosos se protegen unos a otros, sin importar el dolor causado a esos padres que confiaron a sus hijos a negociantes sin escrúpulos. Tengo una hija. Sobra decir que la adoro y me moriría si algo le pasara. Pero, encima ver cómo los culpables hacen lo posible para evadir su responsabilidad, eso es para morirse dos veces.
Se supone que las penas que impone el sistema de justicia son ejemplificadoras y disuasivas, y en la medida que el sistema funciona, los delincuentes la piensan antes de cometer alguna fechoría. Pero en un sistema que no sirve, a lo que invita es a infringir las leyes. Que no nos extrañe si esos padres dolidos hacen justicia por propia mano.

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